La cultura del triunfo
En Occidente, nos educan para triunfar. Más concretamente, para triunfar a la primera, para ganar, para nunca, NUNCA tropezar. Los fallos, los errores, se toman con negatividad: si fallas, cartel de perdedor y salga usted de la sala con el rabo entre las piernas - y perdón por la expresión.
Pero, ¿realmente todos los fallos son malos? Anoche estuve viendo una película de animación, infantil para más inri, en la que enfatizan el valor de equivocarse. En primer lugar, porque de los éxitos aprendes más bien poco; en segundo lugar, y como reza la imagen inferior, porque nos da una capacidad de sobreponernos a las adversidades, de pedir oportunidades. Nos dota de perseverancia.
En el campo de este blog - creatividad - quizás sea importante recordar la importancia de los fracasos, pues una idea pulida y trabajada, una idea que al principio era errónea pero que fuimos amasando hasta hacerla válida, será probablemente mucho mejor idea que una obtenida a la primera.
Como dice mi madre: de los errores se aprende.
"Los niños son creativos y no les importa equivocarse, se atreven hasta con lo desconocido y luego siguen a otra cosa. Pero el sistema educativo les mata la creatividad, porque no se admite el error. Todo el sistema está basado en la prohibición y la corrección del error"
Y esto ya no lo dice mi madre, sino Sir Ken Robinson, un eminente científico que en la siguiente charla desarrolla su teoría acerca del innatismo de la creatividad y el peso de la educación a la ahora de acabar con ella.
La creatividad es innata y sin embargo en el sistema educativo nos la intentan matar o mutilar lo máximo posible... y lo consiguen. Bueno, en su día consiguieron que los zurdos escribieran con la derecha. Las circustancias, sin embargo, son que, con el paso de los años, cuando el sistema baila claqué sobre la tumba de nuestra creatividad, nos la exigen. Paradójico, ¿verdad? Un otro sinsentido.
Imagen | Photobucket
Video | TED
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